Autora: Jael Chaupis
Había una vez, un ratoncito valiente y aventurero, fanático de las semillas y amante de los desafíos del bosque, creía que nada era más grande que él. Este pequeño ratoncito vivía con sus padres, quienes lo protegían y cuidaban y siempre le decían: “el mundo es grande y peligroso, pero nada es más grande que tu valentía y esperanza”. Un día tuvo que mudarse y vivir sus nuevas aventuras solo.
Cierto día de otoño salió de su madriguera a pasear por el bosque en busca de semillas, iba caminando y observaba las hojas de los árboles caer, las flores marchitarse, las mariposas esconderse en sus capullos. Hasta ese momento no se había dado cuenta de lo rápido que cambiaban las cosas con el tiempo. Iba caminando y pensando, iba concentrado y feliz, tan feliz que no se percato que estaba siendo acechado por una lechuza hambrienta. Siguió caminando.
Hasta ese momento el camino fue llano y tranquilo, ni siquiera el ruido del viento moviendo los árboles le asustaban, porque sabia que solo era ruido, quería semillas así que seguía adelante en busca de ellas. Cuando llego al rio el ratoncito se dispuso a cruzarlo, pues unas ricas y frescas semillas lo esperaban, se subió a una hoja gigante y fuerte, dejo que la corriente suave lo llevara al otro lado, iba balanceándose suavemente. A veces a la corriente se le olvidaba lo pequeño que era el ratón y aumentaba su velocidad, entonces el ratón tenía que sostenerse fuertemente a la hoja, así siempre lograba superar la corriente y se mantenía enfocado en llegar a donde estaban las ansiadas semillas. Iba feliz el ratoncito, pues hasta ese momento, ningún reto fue más grande que él y su hoja. Pero el mundo se detuvo cuando, al mirar hacia el cielo, vio una lechuza gigante, tan grande como una montaña, tan aterradora como un dragón, el ratoncito tenia miedo, se dio cuenta de lo pequeño e indefenso que era, quiso tirarse al agua porque le pareció que esa era una buena forma de escapar a la hambrienta lechuza, no le importaba ahogarse con tal de escapar.
Justo cuando una de sus patitas toco el agua fría recordó lo que sus papas le decían siempre, “el mundo es grande y peligroso, pero nada es más grande que tu valentía y esperanza”, luego se paro firme en la hoja y grito “¡no te tengo miedo lechuza!”, la lechuza se asusto y escapo, justo en ese momento la hoja toco la otra orilla del río, y unos pasos adelante había muchas ricas semillas, el ratoncito se bajó, corrió hacia ellas y se llenó la boca con muchas, después de todo la aventura le había dado mucha hambre.
Y colorín colorado, este cuento ha terminado. Recuerda, amiguito, tú también puedes enfrentar los retos de la vida como el ratoncito, nada es más grande que tu valentía y tu esperanza, a veces la vida será como el rio, con algunos obstáculos y a veces habrá retos gigantes como la lechuza, pero debemos ser valientes y tener la esperanza de que podremos superarlos con el tiempo y al final seremos recompensados por nuestro esfuerzo, tal como el ratoncito con sus semillas. ¡No tengas miedo y nunca dejes de soñar!
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